"Son 15 los idiomas vigentes que tienen hablantes, dentro de un mapa que reconoce 36 lenguas diferentes", dijo Villarruel.
Además hay otras nueve lenguas en recuperación y 12 más extintas que abarcan todo el territorio argentino, si bien la mayoría se acumulan en el norte, sobre todo en las provincias de Formosa, Jujuy, Salta y Santiago del Estero, además de en la provincia de Buenos Aires (este).
En el año internacional de las lenguas indígenas, establecido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en enero pasado, el director del CUI reivindicó que Argentina "es un país plurilingüe no homogéneo en su conformación social", pues a la presencia de los pueblos indígenas se suman las comunidades de inmigración europea que llegaron al país desde finales del siglo XIX.
El prejuicio que refuerza la idea de una Argentina homogénea provoca "cierta tensión entre reconocerse como una nación puramente blanca y una nación que en realidad tiene en su sangre y en su historia un montón de presencia de pueblos indígenas, y que además tiene muchas comunidades importantes y muchas lenguas vigentes", profundizó.
Preeminencia indígena
En el último censo oficial realizado en 2010, 955.032 personas se reconocieron como descendientes de pueblos originarios en un país en el que viven más de 40 millones de habitantes.
"El censo reconoció comunidades que están en el territorio y se consideran descendientes, pero no tomó en cuenta centros urbanos", objetó Villarruel.
Aunque perdura la creencia de que Argentina está constituida principalmente por descendientes de inmigrantes europeos, en realidad es al revés: "la mayor parte de la población argentina tiene sangre de pueblos indígenas", sentenció Villarruel.
"La presencia de la descendencia indígena es muy fuerte, sumada a que ahora hay muchos hablantes de lenguas originarias porque llegaron muchos inmigrantes de Bolivia, Perú y Paraguay, donde las lenguas originarias están muy extendidas", alegó.
Cuestión de Estado
Un cambio en la Constitución argentina en 1994 consagró a los pueblos originarios como sujetos de derecho, al admitir su preexistencia étnica y cultural y al reconocer la posesión comunitaria de los territorios que habitan, además de incentivar su acceso a otras tierras y prohibir en cualquier caso su enajenación o la imposición de gravámenes.
"Desde entonces hubo un proceso de crecimiento y reivindicación, pero es muy fuerte la lucha con el Estado, sobre todos los reclamos territoriales con los Gobiernos provinciales, y hay un componente de discriminación en la sociedad, a pesar de que cada vez hay más la aceptación en algunos casos, según en qué ciudades o regiones", ponderó el director del CUI.
Este escenario tiene lugar en un contexto en el que los últimos gobiernos de corte progresista en la región alentaron la recuperación de la esencia indígena de sus respectivos territorios.
Así surgieron movimientos liderados por jóvenes que no hablaban las lenguas de sus ancestros pero que quisieron conectarse con su comunidad y recuperar sus raíces, un proceso reforzado después por las universidades.
El Congreso Nacional de Lenguas Indígenas, que tiene lugar en Buenos Aires hasta este jueves, fue organizado por el CUI, el instituto universitario de idiomas más grandes de Argentina.