De hecho, explica Zelaia, "en los movimientos de la OIT a partir de la Revolución rusa se ve un cierto anclaje entre medidas que se iban adoptando en Rusia para la protección de los trabajadores, y vemos que unos años después empieza la OIT a moverse en una dirección similar intentado que Occidente no quede excesivamente desplazado con respecto a lo que se estaba haciendo en Rusia". Una trayectoria que es muy clara de forma fundamental hasta la Segunda Guerra Mundial, según el presidente de la Consultora Ekai Center.
"En los últimos años, la OIT ha sido pionera en la necesidad de construir una globalización justa para ampliar las oportunidades, reducir las desigualdades y responder a las demandas de las personas en relación al acceso a un trabajo decente, un concepto que está firmemente consagrado" en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
En este sentido, Zelaia incide en que "después de la Segunda Guerra Mundial ha habido en contexto un conjunto relativamente favorable a esta evolución positiva de los derechos laborales, aunque muy lenta, hasta que empieza a entrar en vigor el modelo neoliberal en los años '80 [década de 1980] en el que se produce un cambio radical de contexto que también evidentemente ha afectado a la OIT".
"Tenemos que tener en cuenta también que la OIT tiene una composición tripartita en la que más o menos un 50% de la representación la tienen los gobiernos, un 25% los empresarios, y un 25% los sindicatos. Y claro, dentro de esa composición los gobiernos tienen un peso fundamental. Hasta el período liberal, sindicatos y gobiernos de alguna forma trabajaban conjuntamente en una línea favorable a un progresivo fortalecimiento de los derechos laborales", explica el analista.
Al respecto, Guterres había manifestado en abril que el modelo tripartito de gestión y gobernanza de la OIT ha servido para "tomarle el pulso a las preocupaciones de la gente", y que la institución ha jugado un papel central en la lucha por el progreso social a lo largo de épocas pacíficas y convulsas.
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Zelaia observa que hubo un punto de inflexión.
"Esto se rompe a partir de los años '80 en el que los gobiernos occidentales empiezan a apostar de forma clara por el modelo neoliberal que implica, no un fortalecimiento sino un debilitamiento progresivo de los derechos de los trabajadores, y los sindicatos se encuentran en una posición cada vez más incómoda dentro de la OIT".
No obstante, el experto matiza que durante este período la OIT ha hecho cosas que hay que valorar positivamente.
De acuerdo a Zelaia, los temores de Macron son fundados al indicar que hay cierto riesgo de guerra desde la perspectiva de la crisis de la hegemonía de la élite que ha venido controlando Occidente.
"Esta crisis es real, Occidente está perdiendo el liderazgo económico, político y social que ha mantenido en el mundo, y esas situaciones siempre son complejas y surgen tentaciones de dar la vuelta a las tendencias –que se ve que se están asentando– por vías agresivas o militares. Esas tendencias, esas tentaciones existen en Occidente, son evidentes, y eso nos puede estar situando en un riesgo evidente de guerra", concluye Adrián Zelaia.