"En Guarataro no tenemos señal de que el agua vaya a volver, yo lo que estoy haciendo es traer cuatro potes de un litro a mi trabajo todos los días y me los llevo cargados, no me queda de otra", relató María Navas, residente del referido sector ubicado en el oeste de Caracas.
"Después del apagón tuvimos agua dos días, pero con muy poca presión; luego se volvió a ir y todo se complicó más con el apagón general del pasado 25 de marzo; desde ese día no se escucha ni el rumor del agua por las tuberías", señaló.
En Venezuela, desde el año 2013, cuando se registró un fuerte período de sequía, comenzó a regir un plan de racionamiento de agua, pero con la ausencia de la electricidad este se vio alterado y muchos sectores quedaron afectados.
Una de las principales consecuencias de los apagones generales en Venezuela ha sido la suspensión del bombeo de agua.
Las autoridades han explicado que las fallas eléctricas han provocado no solo que las máquinas de bombeo hídrico se paralicen, sino también ha afectado el sistema de tuberías, causando la acumulación de sedimentos, por lo que previo a la reactivación del servicio se han tenido que hacer reparaciones y mantenimientos.
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"Aquí tenemos agua desde ayer (martes), pero llega un hilito, que no sirve ni para prender la lavadora", agregó Rafael Mijares, habitante de la favela Fechas Patrias en Patera (este).
Por las estrechas escaleras de este sector decenas de personas bajaban el miércoles a la avenida principal con sus envases plásticos para cargar en la casa de sus vecinos por medio de mangueras.
"El agua no tiene presión, y si no sube nos toca bajar a nosotros, pero por lo menos es un alivio poder cargar aquí cerca", señaló Teresa García, habitante de Carpintero, Petare.
El pasado 7 de marzo se registró en Venezuela el primer apagón general, que, de acuerdo a la versión de las autoridades, fue producto de un ataque cibernético y de pulso electromagnético a la principal hidroeléctrica del país, Simón Bolívar.
Esta situación ha provocado un incremento en la demanda de agua potable en la ciudad y por ende su encarecimiento.
También se incrementó el precio de los camiones cisternas, costando el traslado de 5.000 litros entre 200 y 330 dólares, en un país donde el salario mínimo equivale a unos seis dólares.
También los cilindros plásticos para almacenar agua (tanques), que cuestan unos 100 dólares, han pasado a costar hasta 380 dólares.
El presidente Nicolás Maduro ordenó la distribución de tanques en las comunidades, a través de un programa social denominado "Tanque Azul", y anunció que estos se pagarían por medio del carnet de la patria, un instrumento del Gobierno para realizar censos y a través del cual se distribuyen programas sociales.