En las corridas a la tica participa multitud de personas bajo su propia responsabilidad y riesgo. Está prohibido hacer daño al animal y, de hecho, cualquier ataque contra el toro está penado por la ley.
El único objetivo de estos 'toreros' es escapar a la furia del astado. Los más osados intentan incluso tocarlo con las manos o saltar sobre su cornamenta. Aunque no todos lo consiguen.
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La tradición por este tipo de corridas se remonta a la época colonial española en el Valle Central y en Guanacaste, desde donde se extendió a otras localidades del país.