La investigación, publicada en Insectes Sociaux, ha sido elaborada por un científico del Museo de Ciencias Naturales y de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, Adrian Smith, y revela que esta especie utiliza armas químicas para someter a hormigas más grandes, a las que después les corta la cabeza para guardarla en su hormiguero como alimento.
El misterio se creía haber resuelto con la recambolesca teoría de que guardaba los restos mortales de las 'odontomachus' para que los túneles estuviesen bonitos.
"Tenía que haber algo de biología chévere detrás [de ese comportamiento] que estaba esperando ser descrita", explica Smith. Así que empezó a espiarlas. Instaló colonias de hormigas 'archboldi' en su laboratorio, trajo algunas hormigas 'odontomachus' como festín y lo grabó todo. Luego, añadió a algunos vídeos velocidad y en otros la redujo.
Cuando las 'archboldi' empiezan a atacar, imitan el olor de sus víctimas para poder acercarse a ellas sin ser descubiertas. Acto seguido, les lanzan un ácido fórmico a la cabeza con gran precisión que las inmoviliza. Después las trocean y las transportan hasta el hormiguero, donde sirven de alimento si es necesario.
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