El ingeniero mecánico, de 50 años, construyó en su jardín una acogedora casa para sus mascotas. El local ahora es conocido entre los vecinos como el 'jardín de las tortugas'.
"Estos animales me gustan mucho. Todo comenzó con una tortuga enferma que encontré en un área bombardeada. La llevé a la casa y salí. Ella todavía vive aquí hoy. Se convirtió en un ejemplo de paciencia y de amor a la vida para mí", cuenta Mustafá a Sputnik.
Mustafá encontró una pareja para su mascota, recuerda. No tardó mucho y encontró más de esos animales abandonados a causa de la guerra en el país.
"Luego, comenzaron a nacer bebés. Ahora tengo más de cien tortugas. Las reparto entre los niños y todos los que lo deseen, de lo contrario tendría muchas más", afirma.
A los vecinos de Mustafá les encanta su iniciativa, especialmente a los niños. Para ellos, el jardín de las tortugas es una gran alegría, ya que no quedó ningún zoológico en Alepo, tras la guerra. En la casa de Mustafá, los pequeños pueden tocar a las tortugas, sostenerlas e incluso llevárselas como mascotas, si lo permiten los padres.