Estas sospechas surgieron tras la filtración de una presentación "sensible desde el punto de vista político".
Los diplomáticos europeos señalan que el escándalo de 2013, cuando se reveló que la administración de Barack Obama había "pinchado" el teléfono de la canciller alemana Angela Merkel, echó por tierra la ilusión de que los aliados no se espían entre sí.
Por su parte, funcionarios británicos ya calificaron estas sospechas como el "fruto de una imaginación demasiado rica".
Londres respondió por su parte que en la burocracia "parlanchina" de Bruselas se pueden hallar buenas fuentes sin necesidad de implicar a los servicios de inteligencia.
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Según The Daily Telegraph, el exministro británico para el Brexit, David Davis, acudía a las reuniones portando un maletín especial "oscuro", opaco a las radiografías, y sustituyó su reloj Apple por uno mecánico, para evitar ser hackeado.
Además, los negociadores británicos llevan a las conversaciones sus propias impresoras, mostrando con toda claridad que temen que los equipos europeos saquen copias secretas de sus documentos.
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