"Uno de los principales objetivos que ha tenido el anuncio de Estados Unidos es crear incertidumbre en las relaciones comerciales que Irán mantiene con las empresas extranjeras (…) Ahora mismo la sensación de las empresas españolas es de un pesimismo total", explica a Sputnik.
Habibi conoce bien el mercado iraní. Es miembro fundador de Ibero-Persia, una empresa con sede en España que asesora a las empresas españolas interesadas en abrir su negocio a Irán. Por sus manos han pasado muchas de las que ahora —y desde hace tiempo— mantienen relaciones con Teherán.
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Así que, aunque Estados Unidos todavía no haya anunciado si finalmente impondrá o no sanciones al país persa y ni siquiera haya hecho efectiva su salida del Plan de Acción Conjunto y Completo, las empresas españolas están viendo ya cómo acuerdos de miles de millones de dólares firmados con empresas persas están en la cuerda floja. Las grandes compañías españolas en Irán —la mayoría distribuidoras de materiales de construcción para la extracción de gas y petróleo— están a la expectativa de lo que digan desde la Casa Blanca.
Los países europeos están haciendo lo posible por tratar de mantener a flote el pacto y temen que Washington sancione a sus empresas con negocios en el país persa y en Estados Unidos. "No sé lo que pasará porque es pronto para saberlo", insiste Cutillas.
La prudencia y el andar con pies de plomo parece ser la estrategia que han decidido seguir todas las empresas españolas con tratos con Irán.
"Consideramos que es pronto para entrar a valorar estas cuestiones", señalan desde Tubacex, una empresa que manufactura todo tipo de maquinaria de acero y la distribuye en Irán para extraer gas.
En 2017, la empresa firmó un contrato con la Compañía Nacional de Petróleo de Irán para fabricar tubos de acero resistentes a la corrosión por valor de 556 millones de euros —unos 615 millones de dólares—.
Habibi entiende la reticencia de las empresas españolas a la hora de comentar el escenario que se puede abrir en la república persa. Muchas temen represalias por parte de Estados Unidos porque también mantienen acuerdos con empresas estadounidenses.
"Aquellas empresas que no tienen experiencia en Irán tienen miedo. Si antes ya les parecía un destino inhóspito, poco apetecible y peligroso, ahora les parece incluso peor. Y las empresas que llevan muchos años trabajando prefieren guardar el anonimato", explica el fundador de Ibero-Persia.
Un comportamiento que se entiende "cuando tienes una administración estadounidense que te dice que va a buscar a las empresas europeas para castigarlas si tienen acuerdos con Irán".
Para estas empresas no solo peligra el mercado que pretenden vender a Teherán porque muchas de ellas "tienen también intereses con otras empresas de Estados Unidos" y ahí es donde Washington les puede cerrar el grifo.
Sanciones invisibles
Así que el daño ya está hecho. Si hay algo que perjudique la economía de cualquier país es la incertidumbre. Estados Unidos utiliza su preponderancia sobre otras naciones para conseguir sus objetivos. De ahí que no haga falta darse prisa en imponer sanciones. "Muchas de las empresas que vienen a ser asesoradas temen incluso por su seguridad en Irán", revela Habibi. Y es que el país persa no goza de buena publicidad en los medios de comunicación occidentales. Algo que ayuda a "distorsionar la realidad" de un país como Irán.
"Todo esto son sanciones invisibles. Es crear incertidumbre. El decir todo el rato que vas a hacer esto o lo otro para que la empresa que tiene acuerdos con alguien que no es del agrado de EEUU se eche para atrás. Son sanciones que no están sobre la mesa pero que son la amenaza de sanciones futuras", explica a Sputnik.
Pone como ejemplo el de empresas tecnológicas españolas con grandes proyectos en Irán que se han visto amenazadas por empresas estadounidenses. "Les dicen que les quitan las licencias de 'software' si continúan con sus negocios con Irán", revela.
"Todo eso no está escrito en ningún papel, pero evitas que la empresa europea pueda ofrecer ese producto a Teherán", añade.
Sin embargo, subraya que, en última instancia, las empresas europeas que ven su actividad en Irán limitada por Estados Unidos logran introducir sus productos en el país persa de todas formas. "Empresas como Apple, que no tiene distribuidor oficial en Irán, cuando sacan la última versión del iPhone la tienen en Irán al cabo de dos días", pone como ejemplo, ya que estas mismas empresas "venden sus productos a Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, y de ahí las introducen en Irán", una práctica muy extendida. "La economía sigue su curso", resume.