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Tres claves para entender la complejidad de la crisis política en Perú

La renuncia del presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, el primero en América Latina que cae por el escándalo de la constructora brasileña Odebrecht, reavivó los problemas latentes en el país: la popularidad del fujimorismo, la corrupción endémica y la debilidad institucional. Sputnik le acerca este complejo entramado de la manera más simple.
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Kuczynski accedió en 2016 a la presidencia con la promesa de llevar adelante la denominada "muerte civil" —la prohibición de ocupar cargos públicos por largos períodos— para todos aquellos implicados en casos de corrupción. A menos de dos años de su triunfo electoral en segunda vuelta, él mismo se vio involucrado en una presunta trama de compra de votos en el parlamento y vínculos con la multinacional Odebrecht.

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La sombra del fujimorismo —una fuerza política que aún goza de buena salud— se cernió sobre un Gobierno débil, que tuvo su golpe de gracia con la renuncia del mandatario el 21 de marzo, a pocas horas de una sesión parlamentaria que deliberaría su "vacancia" (destitución).

Para entender más sobre el laberíntico contexto en el que se da esta crisis los escenarios que se abren a partir de ahora, Sputnik consultó a Edwin Cohaila, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

1. El fujimorismo, una fuerza con peso en el Perú

Esta fuerza política, a pesar de no haber alcanzado la presidencia en 2016 en Perú, "sigue teniendo un peso gravitante" en la sociedad peruana, dijo Cohaila. A pesar de los casos de corrupción y masivas violaciones a los derechos humanos en su mandato, Alberto Fujimori (1990-2000) se presenta en el imaginario colectivo como una figura que "logró estabilidad económica y tuvo cierto éxito en la lucha antiterrorista".

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Cuando en 1992 Fujimori cerró el Congreso y estableció un Gobierno de emergencia con derechos políticos restringidos, la mayoría de la población aprobó la medida debido a "la desconfianza y descrédito" a la clase política. El fujimorismo en aquel entonces se presentaba como "un partido nuevo, no tradicional" y la población "lo vio con beneplácito", destacó el profesor.

Esta forma de Gobierno "con mano dura" se presentó ante la población como una opción "capaz de solucionar los problemas del país". Pero a la vez es lo que causa fracturas hoy dentro del fujimorismo.

"Antes de las últimas elecciones, Keiko Fujimori quiso desligarse un poco de la idea del padre, por ello apartó a figuras tradicionales del gobierno del padre, dando a entender que ahora ella es la que representa el fujimorismo, y que hay nuevos aires", recordó Cohaila.

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En diciembre de 2017, ya con Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en el poder enfrentado a su primer pedido de vacancia, se da una escisión dentro de Fuerza Popular, el partido fujimorista, por diferencias entre Keiko y su hermano Kenji.

Kenji no apoyó la moción de destitución y negoció el indulto a su padre Alberto, que cumplía una pena de cárcel de 25 años por delitos de lesa humanidad cometidos en su presidencia. La medida fue concedida a tres días de fracasado el intento de remover a Kuczynski del cargo.

"La imagen del padre y la forma de Gobierno que él encarnó sigue fuerte en el imaginario de la mayoría de la población, la cual dio su apoyo en las urnas la pasada elección. No obstante, si bien el fujimorismo está presente, denota que en su interior existen dos figuras, la de los hermanos, que hoy se manifiestan abiertamente confrontados", resumió Cohaila.

2. El fantasma de Odebrecht

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Perú ha sido uno de los países más afectados por el terremoto político que ocasionó el escándalo de sobornos pagados por la gigante multinacional de la construcción Odebrecht, quizás solamente en manera equiparable a Brasil. En el gigante suramericano, la Operación Lava Jato dejó al descubierto una trama de corrupción sistematizada que salpicó a todas las fuerzas políticas.

En Perú, Kuczynski fue acusado de haber recibido pagos de la empresa. En un principio negó haberlo hecho, luego rectificó que no cobró nada de manera ilegal, como consultor para dicha firma. También Keiko Fujimori, como los expresidentes Ollanta Humala (2011-2016), Alan García (2006-2001) y Alejandro Toledo (2001-2006) han sido señalados en las declaraciones de Marcelo Odebrecht.

"Odebrecht ha tenido una forma particular de engranaje en la mayoría de partidos, que consistía en apoyar económicamente las candidaturas presidenciales, con un fin posterior de que cuando participara en los grandes concursos o proyectos de inversión, tuviera ciertas ventajas", dijo Cohaila.

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"Los partidos han recibido esta 'colaboración' y al parecer no se hicieron problema, lo que denota que no les importaba el componente ético que pudiera tener. Otro dato a resaltar es que en el Perú en la actualidad no es delito recibir contribución económica por parte de empresas privadas", agregó.

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En esta ecuación, los partidos "pensaron que las contribuciones no se iban a descubrir" y que el Organismo Nacional de Procesos Electorales (ONPE) tampoco iba a corroborar demasiado los aportes de Odebrecht.

Más allá de todo esto, el escándalo de la constructora brasileña "denota una fragilidad de los partidos políticos y de cierta tolerancia a la corrupción que tienen estos actores". También de la sociedad en general, "que observa dichas prebendas como algo normal", un factor que debería desencadenar la reflexión colectiva.

"A Odebrecht no le fue difícil apoyar a los partidos, y éstos tampoco pusieron muchas reticencias", sentenció el experto.

Jorge Barata, exrepresentante de Odebrecht en Perú, realizó declaraciones en Brasil ante fiscales peruanos, que comprometen a varios partidos. Esto, según Cohaila, provoca "cierto temor" en las fuerzas políticas.

3. La incertidumbre sobre el futuro

La crisis que provoca la renuncia de Kuczynski da lugar a varios escenarios sobre cómo proseguirá la institucionalidad en Perú. La toma de posesión del primer vicepresidente, Martín Vizcarra, como nuevo mandatario trae aparejados no pocos problemas.

"Eso conlleva establecer en primer lugar un nuevo gabinete, en el cual lo ideal sería que fuera consensuado previamente entre las fuerzas políticas, o representantes independientes con cierta credibilidad, algo parecido al gabinete de [Valentín] Paniagua, [presidente interino de Perú entre 2000 y 2001], después de la renuncia de Fujimori", puntualizó Cohaila.

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Sin embargo, algunos partidos piden una convocatoria a nuevas elecciones. Esto, dijo Cohaila, "se observa como más lejano, pero es un panorama posible".

Otro factor que no se puede prever es si los partidos en el Congreso serán "más cautos" en su confrontación con Vizcarra —en caso de que acceda al cargo— o si mantendrán la postura mostrada hacia Kuczynski.

Sin embargo, a pesar de que los analistas observan como "crisis" esta situación, "para las personas de a pie no se observa como algo complicado ni trascendental, lo que denota cuán apartada está la cuestión política de los ciudadanos", concluyó.

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