El catamarán de dos cascos Volkhov —el futuro Kommuna— se botó en 1913 en la planta Putilov de San Petersburgo. María, la hija del zar Nicolás II, fue la que impactó una botella de champán durante la botadura, según la tradición.
Ideado como una embarcación especializada para rescatar submarinos, el Kommuna sirvió también como un navío auxiliar para los submarinos, trasladando torpedos y el combustible y ofreciendo también un alojamiento confortable para hasta 60 marineros a la vez.
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El secreto de la longevidad del buque es, literalmente, un secreto: para crear los cascos del Kommuna se empleó un tipo de acero naval especial, ideado por los ingenieros de la planta Putílov, cuyo proceso tecnológico se ha perdido en la actualidad.
Los especialistas estiman el estado de los cascos de la embarcación como casi perfecto: de hecho, suelen desgastarse construcciones añadidas en períodos posteriores.
Gracias a múltiples modernizaciones, el navío está dotado con equipos corrientes, entre ellos los batiscafos de salvamento y rescate AS-28 y el robot submarino Pantera Plus, el mismo que el buque ruso Yantar empleó en la búsqueda del submarino argentino desaparecido, ARA San Juan.
El objetivo de las maniobras más recientes en el mar Negro es precisamente practicar el uso de los aparatos sumergibles y la gestión del trabajo de los buzos, detalló el servicio de prensa del Distrito Militar del Sur.
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