Las ventas de la ropa de mass market siguen por debajo del periodo anterior a la pandemia, lo que hace a las compañías grandes como H&M cerrar sus tiendas por todo el mundo, perdiendo ganancia y reduciendo puestos de trabajo.
Mientras tanto, marcas lujosas como Louis Vuitton, Gucci y Hermes siguen funcionando como antes y ni siquiera piensan en grandes descuentos en sus productos. Al revés han aumentado sus precios en algunos puntos porcentuales con respecto al 2019.
Ecosistemas propios
Una de las razones de esta paradoja es el manejo de las cadenas de suministros.
Tales ecosistemas, por su parte, funcionan con principios similares a las de mass market, es decir, cuanto más barata sea la producción, la mano de obra y las materias primas, mayor será el beneficio potencial.
Producción en masa de artículos limitados
Un ejemplo de esta estrategia es la fábrica de Louis Vuitton en Texas (EEUU), que produce las icónicas bolsas de lona, accesorios y equipaje con el logotipo de LV. Es una fábrica más propicia para la producción en masa, donde el salario inicial de los trabajadores en 2019 fue de 13 dólares por hora.
Del mismo modo, Louis Vuitton ha utilizado una fábrica de calzado en Rumanía en los últimos años, donde los costes laborales son más baratos que en Europa occidental. Todos menos las suelas se producen en este país a mano en grandes cantidades.
Además de la producción en masa y los bajos salarios de los trabajadores, la compra a granel de materias primas también reduce significativamente los costos de la producción para las compañías de lujo, al igual que para un minorista promedio. No es de extrañar que estas empresas obtengan márgenes de beneficio que se encuentran entre los más altos del mundo empresarial.
Precios propios
En cuanto a los altos precios de sus productos, que superan hasta 20 veces los gastos de su producción, los grupos de lujo los justifican con la herencia de sus compañías. Louis Vuitton, por ejemplo, fue fundado en 1854, Cartier en 1847 y Chanel en 1910.
Así, por ejemplo, un anuncio de Louis Vuitton de 2010 fue prohibido por la Autoridad de Normas de Publicidad del Reino Unido por sugerir que sus bolsas estaban cosidas a mano, mientras la compañía no dijo cuánto del trabajo efectivamente se hizo a mano.
Otro truco que hacen los gigantes de la moda es destruir los artículos no vendidos a tiempo para evitar los descuentos.
Así, Cartier supuestamente desmanteló relojes por un valor de 520 millones de dólares durante un período de dos años porque no quería venderlos con descuento. Mientras tanto, Burberry reveló en 2018 que había quemado producción por un valor de 136 millones de dólares durante cinco años.
El Gobierno francés, a su vez, incluso ha introducido una amplia ley antidesperdicia que prohibirá a "las empresas de ropa de diseñador y artículos de lujo destruir artículos no vendidos o devueltos". La ley entrará en vigor en 2023.