Cuando todavía se vivían los primeros meses desde el inicio de la pandemia de COVID-19 en Argentina, comenzó a circular entre los grupos de WeChat (aplicación de mensajería utilizada por la comunidad china) la consulta por quiénes querrían viajar en vuelos chárter, en caso de lograr autorización de los Gobiernos.
"Hubo más de 400 personas de la comunidad que contestaron que tienen intenciones de volver; algunos a establecerse definitivamente, otros quieren mandar a sus padres y a sus hijos de forma temporaria. Paralelamente, la Embajada china hizo una encuesta apuntada a representantes de empresas chinas con inversión local y estudiantes de intercambio. Obtuvieron más o menos las mismas cantidades", dijo a Sputnik Fernando Hung, fundador de ChinaPass.
Los primeros inmigrantes chinos llegaron desde la isla de Taiwán en la década de 1980, y se potenció con las oleadas que llegaron durante los 90 y el comienzo del nuevo milenio desde la República Popular China continental, sobre todo de la provincia de Fujian, en la región del sudeste.
"No vinieron con la idea de asentarse, sino de trabajar y en algún momento regresar a su país de origen. Pero esto cambió a partir de 2005 en adelante y se notó en que la comunidad comenzó a adquirir propiedades y muchos empezaron a casarse con argentinos", contó Hung, empresario y presidente de la cámara de comercio taiwanesa en Latinoamérica.
La comunidad china en Argentina cuenta con alrededor de 200.000 personas, incluidas las primeras generaciones nacidas en el país. En su gran mayoría, se dedican al comercio minorista y mayorista, particularmente a los rubros de supermercados y restaurantes. Se calcula que hay aproximadamente 12.000 tiendas de venta de alimentos de la colectividad en el país.
"Hemos pasado las crisis de 1986, la de 1990, incluso la del 2001-2002, cuando hubo saqueos en los comercios y pérdidas económicas muy grandes. Eso no los asustó. Si bien hubo algunos que abandonaron el país, no fue una idea centralizada. Pero este año se empezó a ver otra cosa", alertó Hung.
Lo que se rompió con la pandemia
La cuarentena, que empezó en marzo y se mantiene en gran parte del país y sobre algunos sectores de la actividad, golpeó fuertemente a los comercios gastronómicos y de venta de alimentos. Solo algunos lograron sostenerse con las ventas por entrega a domicilio y por mostrador.
Hung puso el ejemplo de un gran restaurante ubicado en frente de las oficinas de ChinaPass, que recibió una gran inversión, estuvieron tres meses en obra, abrieron en diciembre y solo pudieron mantenerse cuatro meses antes de tener que cerrar las puertas.
"Empezamos a ver muchas ventas de fondos de comercio. En los 30 años que hace que estoy en el Barrio Chino, donde hay alrededor de 140 locales, jamás había visto un cartel de venta o alquiler, porque apenas se iba uno, entraba otro. Hoy hay muchísimos", comentó.
El referente explicó que lo que mueve hoy la balanza a la hora de las expectativas a futuro de la comunidad no es solamente la incertidumbre absoluta que se vive en el plano económico en Argentina sino el hecho de que China se haya transformado en la principal potencia económica mundial.
"Hoy China no es China del año 2000. Hoy hablamos de una China fuerte, que destaca en el contexto internacional, con empresas mixtas presentes en muchos países del mundo, una China con oportunidades. Muchos empiezan a pensar en que van a tener que abandonar este país y volver a sus pagos, sobre todo porque allá se ofrece seguridad jurídica, social y económica, y políticas claras y coherentes", resaltó el empresario.
Hung comentó que las nuevas restricciones a la compra de dólares y de consumos en moneda extranjera cayeron muy mal en la comunidad, sobre todo entre aquellos con planes de viajar en el corto plazo. Con la nueva reglamentación, un pasaje al exterior se encarece rotundamente y 77% del precio será correspondiente a los nuevos impuestos.
El empresario confía en que las perspectivas de nuevas inversiones de China en Argentina y la necesidad de emplear a miembros de la comunidad local, quienes conozcan ambos idiomas y culturas, ayude a mejorar la situación en el mediano plazo.
"El pueblo chino siempre fue castigado, es luchador y muy trabajador, como también el pueblo ruso. La gente ahorra porque sus ancestros y padres han sufrido catástrofes, entonces saben que hay que prevenir para cuando viene la crisis. Apenas se recupere la economía, esto se va a reactivar. Después de esta crisis la gente va a estar más preparada", concluyó.