En un comunicado conjunto, los diplomáticos occidentales condenaron un "uso desproporcionado de la fuerza", y exhortaron al Gobierno bielorruso a poner fin a "la violencia y las amenazas de uso de la fuerza militar contra sus propios ciudadanos, así como liberar de forma inmediata e incondicional a todos los detenidos injustamente".
Sus autores se solidarizan con los bielorrusos que demandan "el respeto de los derechos y las libertades fundamentales", así como denuncian "numerosos testimonios de graves lesiones" y malos tratos por parte de los agentes del orden.
"Pedimos a las autoridades de Bielorrusia que cumplan los compromisos internacionales asumidos en materia de derechos humanos y libertades fundamentales. Esperamos una investigación plena y transparente de todos los supuestos delitos y abusos a fin de que sus responsables sean llevados ante la justicia. Solo así se creará una oportunidad para solucionar pacíficamente la crisis a través de un diálogo nacional abierto", indica la declaración.
Bielorrusia es escenario de fuertes protestas a raíz de las elecciones presidenciales del 9 de agosto que revalidaron el sexto mandato del presidente Alexandr Lukashenko, quien permanece en el poder desde 1994.
Las escenas de violencia cesaron en los días siguientes, pero las protestas continuaron y trascendieron de la calle a algunas cadenas de televisión públicas y compañías industriales, que se declararon en huelga.
La oposición bielorrusa exige una repetición de los comicios, opción que Lukashenko ha descartado en términos contundentes.
El mandatario acusó a Occidente de estar detrás de las protestas en el país, así como de presión e injerencia en los asuntos internos.
A su vez, el presidente Vladímir Putin indicó que Rusia muestra más neutralidad y mesura que Europa y Estados Unidos con respecto a Bielorrusia y que apuesta por que los problemas del país vecino se solucionen por la vía pacífica.