Cuando el 8 de julio de 2011 Estados Unidos lanzó su última misión del programa de los transbordadores espaciales, pocos creían que la NASA pronto volvería a lanzar su nave al espacio. A partir de entonces el programa espacial de Estados Unidos empezó a depender de Rusia: todos los vuelos a la EEI se realizaban desde el cosmódromo kazajo de Baikonur en las naves rusas Soyuz. De hecho, Moscú durante años tuvo el monopolio del envío de astronautas a la órbita.
El apogeo del trabajo de Musk fue precisamente la misión tripulada a la EEI que ahora allana el camino a la futura exploración espacial por parte de su empresa y la NASA. Sus planes incluyen las misiones a la Luna y a Marte. En estas condiciones, la competencia entre Rusia y EEUU en el ámbito espacial puede volver a tener lugar. Pero la industria espacial rusa no permanece estancada y también tiene planes ambiciosos en cuanto a su presencia en la órbita y más allá de ella.
Evento de importancia trascendental
El lanzamiento de la nave contó con la presencia de la gestión política de Estados Unidos. El presidente, Donald Trump, y el vicepresidente, Mike Pence, llegaron a Florida para presenciar este hito en la historia de la exploración espacial por parte de EEUU. Trump y Pence fueron unos de los pocos espectadores del evento que estaban justo en el escenario. Normalmente centenares o incluso miles de personas llegan a Cabo Cañaveral para ver el lanzamiento con sus propios ojos.
El presidente no pudo evitar presumir en esta ocasión extraordinaria especialmente teniendo en cuenta que este evento cabe perfectamente en su concepto Make America Great Again —del inglés: 'Que América vuelva a ser grande'—. Trump subrayó que sus predecesores hicieron que EEUU dependiera de otros países para enviar sus astronautas al espacio: una referencia clara a la cooperación de Washington con Moscú que se realizó durante los últimos ocho años.
El envío de la misión tripulada estadounidense en una nave de su propia producción sin duda marca un hito en la historia tanto para SpaceX como para la NASA y EEUU en general.
De todas formas, la misión de Crew Dragon aún no está completada. Solo será posible hablar de su éxito cuando los astronautas estadounidenses —Robert Behnken y Douglas Hurley— regresen a la Tierra sanos y salvos. Por ahora los dos tendrán que pasar cerca de tres meses en la EEI. Asimismo, SpaceX será capaz de hablar de un verdadero avance en su exploración del espacio solo cuando vuelva a enviar astronautas a la órbita.
¿Cuál ha sido la reacción de Rusia?
La última década no fue un período fácil para el programa espacial estadounidense. El país no tenía ninguna otra opción que enviar sus astronautas al espacio a través del cosmódromo de Baikonur. Después de los eventos de 2014, EEUU introdujo sanciones, incluso en el ámbito de la industria espacial. El entonces viceprimer ministro ruso y actual jefe de Roscosmos, Dmitri Rogozin, reaccionó a las sanciones y propuso que EEUU enviara a sus astronautas al espacio "con un trampolín".
Durante los últimos años un asiento en una nave espacial rusa le costaba a Estados Unidos hasta 95 millones de dólares. EEUU enviaba hasta cinco astronautas en las naves espaciales rusas al año, es decir, Rusia cobraba hasta 500 millones de dólares al año, que no es muy caro, pero tampoco es barato. Ahora, en caso de éxito de la misión tripulada de SpaceX, Rusia perdería dinero y, como consecuencia, tendría que reducir el precio de un asiento para un astronauta extranjero.
En otras palabras, parece que ya ha aparecido una alternativa al monopolio ruso de viajes a la órbita. Rusia podría usar el espacio libre en las naves Soyuz para transportar a más cosmonautas rusos a la EEI.
Rusia no se queda atrás y también desarrolla nuevas naves espaciales. Roscosmos tiene previsto poner a prueba dos nuevas naves en 2020. Asimismo, la empresa estatal prevé reanudar el programa lunar ruso en 2021. Sin duda, Rusia durante mucho tiempo continuará siendo el líder en el mercado espacial y Washington no desplazará a Moscú. Los éxitos de SpaceX simplemente significan que a partir de ahora EEUU será más independiente de Rusia en el ámbito espacial.
Puede que no haya más monopolio en la esfera de viajes a la órbita, pero al mismo tiempo esto no quiere decir que la industria espacial de Estados Unidos se haya hecho con este monopolio, ni se hará con él. Hoy se hace posible que los dos países juntos se ocupen del envío de astronautas y cosmonautas a la EEI.
Prueba de fuego para Elon Musk
El reciente lanzamiento de la nave tripulada ha sido una prueba de fuego para SpaceX. Como consecuencia, SpaceX comprobó que es apta para enviar humanos a la órbita lo que significa que Elon Musk podrá iniciar el trabajo para realizar viajes de turismo espacial. Musk ha abrigado estos planes desde hace mucho tiempo y ahora están un paso más cerca de hacerse realidad.
Si la misión tripulada de Crew Dragon resulta ser exitosa, esto allanará el camino para SpaceX hacia nuevos proyectos conjuntos con la NASA. Es posible que Elon Musk, como fundador y gerente de la empresa, pronto ofrezca a la agencia espacial estadounidense sus planes en cuanto a los vuelos tripulados hacia la Luna y Marte, de los que habló tanto en los últimos años.
Entretanto, el éxito de Musk y SpaceX no es una noticia buena para la industria espacial rusa, pero al mismo tiempo, no es nada crítico. En este caso, Roscosmos podría seguir el ejemplo de SpaceX y también pensar en desarrollar el turismo espacial. Rusia, a diferencia de SpaceX, no es novata en este ámbito.
Roscosmos ya ha señalado que la pérdida del monopolio de viajes a la órbita no es un gran problema para la industria espacial rusa porque el principal objetivo de la empresa estatal es el cumplimiento del Programa Espacial Federal y los contratos militares. Roscosmos promete que seguirá con el lanzamiento comercial de satélites y continuará cooperando con otros países en la realización de misiones tripuladas a la Estación Espacial Internacional.