El objeto de la presente investigación de la ESA, el Sol, es quizas el más dificil de explorar en el espacio abierto cercano. Ya hemos enviado sondas a la mayoría de planetas cercanos e incluso estamos recolectando datos afuera del sistema solar gracias al aparato Voyager 2. También observamos galaxias, agujeros negros y quásares que se encuentran a miles de millones años luz de la Tierra.
Sin embargo, del astro clave de nuestro sistema solar sabemos relativamente muy poco. El objetivo de la sonda Solar Orbiter es tapar este bache del conocimiento humano. Se trata de uno de los proyectos más sofisticados de la historia de la exploración espacial.
La misión de Solar Orbiter empezará el 10 de febrero con el despliegue desde el cosmódromo de Cabo Cañaveral en Estados Unidos. Durante los próximos tres años y medio, el dispositivo se colocará en la órbita del Sol más cercana en la historia de las observaciones del astro: a 42 millones de kilómetros. Es más cerca de lo que está Mercurio, el planeta más apegado al Sol y que recibe la mayor cantidad de la radiación solar. Para comparar, la Tierra se ubica a casi 150 millones de kilómetros del Sol.
A 42 millones de kilómetros, el ambiente es poco amigable: el satélite será bombardeado por las partículas del viento solar, la radiación y además tendrá que soportar temeraturas hasta 500 °C.
Nada más llegar a las coordenadas acordadas, el Solar Orbiter empezará su labor, que consiste en concreto en examinar cómo el Sol crea y controla la así llamada heliosfera, región espacial que se encuentra bajo la influencia del viento solar y su campo magnético. La heliosfera se extiende más allá del último planeta del sistema, Plutón.
En la ESA, sostienen que estos datos ayudarán a responder las preguntas fundamentales y a entender mejor la evolución de planetas, el surgimiento de la vida, el funcionamiento del sistema solar y las leyes físicas fundamentales.
Empezaremos a recibir los primeros datos de algunas herramientas de la sonda en junio o julio de este año, pero su funcion completa se espera para noviembre de 2021, según anticipa Luis Sánchez, jefe de desarrollo de la infraestructura de ciencia en tierra.
¿Qué aportó España?
España, como un país miembro de la ESA, participó de manera activa en la creación de la sonda y en la preparación de la misión solar. El 17% de la tecnología que lleva a bordo el dispositivo y de aquella que lo va a controlar desde la Tierra es fruto de producción de la ingenería y la ciencia española. Este nivel supera significativamente la contribución del país en otras misiones de la ESA.
En particular, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) elaboró dos de los 10 instrumentos que lleva a bordo el satélite.
El primero es un sensor de imágenes polarimétrico y heliosísmico: SO/PHI. Es un telescopio avanzado que permitirá medir el campo magnético sacándo imágenes de alta resolución de las propiedades ópticas de la luz solar.
Además, la española SENER elaboró el subsistema completo de comunicación para el aparato, incluidas las antenas de alta y media ganacia, mástiles de separación, mecanismos de despliegue y apuntamiento, hardware térmico y las respectivas electrónicas de control. La antena de alta ganancia proveerá la transmisión de datos recolectados por el aparato a la Tierra, mientras la de media ganancia sirvirá de refuerzo.