"La corrupción debe combatirse tan seriamente como el terrorismo", dijo Al Halbusi en su discurso transmitido por canales de televisión árabes.
Asimismo, llamó a "poner fin a los enfrentamientos entre manifestantes y los servicios de seguridad", al prometer que "se uniría a las protestas si el Estado no pudiera cumplir con las demandas de los manifestantes".
Anunció, además que encabezará un nuevo comité de reformas creado para ayudar a las autoridades a satisfacer las exigencias del pueblo iraquí.
Por su parte el líder religioso de Irak, el gran ayatolá Ali al Sistani, condenó el uso de la violencia durante las manifestaciones en el país y pidió a las autoridades que tomen "medidas prácticas y claras" para combatir la corrupción.
Horas antes, el primer ministro iraquí, Adil Abdul Mahdi, en un discurso televisado dijo que no hay una solución "mágica" a todos los problemas, pero que intentará aprobar una ley sobre el pago de prestaciones a las familias de bajos ingresos.
También anunció la creación de un comité para liberar a los manifestantes que habían sido detenidos anteriormente, y que los que murieron durante las manifestaciones serían reconocidos como "mártires".
Una ola de protestas se desencadenó el 1 de octubre en Bagdad cuando unas 1.500 personas se reunieron en la plaza Tahrir (plaza de la Liberación), en el centro de la capital iraquí, frente al puente de Al Jumhuriya que conduce a la zona verde, un área fortificada donde se encuentran edificios gubernamentales y misiones diplomáticas.
Las manifestaciones por falta de servicios básicos, desempleo y corrupción se extendieron al día siguiente a otras provincias como Nayaf, Di Car, Wasit o Babil (Babilonia).
El primer ministro de Irak decretó un toque de queda a partir de las 5.00 horas del 3 de octubre en Bagdad, así como en otras provincias.