"El Estado de Catar expresa su profunda preocupación por la escalada de tensiones en la región del Golfo; no queremos que esto conduzca a un conflicto militar ya que el mundo ya no es capaz de aguantar una nueva confrontación en esta región", dijo Al Mahmoud interviniendo en la sesión de presidentes de parlamentos de los países euroasiáticos que acoge la capital de Kazajistán, Nur-Sultán.
En este contexto, el presidente del Parlamento catarí llamó a mostrar la moderación y renunciar a cualquier tipo de intervención militar".
Señaló que "se debe resolver cualquier desacuerdo mediante el diálogo, respetando los principios del derecho internacional".
El ataque redujo en 5,7 millones de barriles la producción diaria de Saudi Aramco, estimada en unos 9,8 millones de barriles, y provocó una subida del petróleo sin precedentes desde la guerra del Golfo (1990-1991), pero más tarde los precios bajaron ante la noticia de que Arabia Saudí no tardaría mucho en recuperar el volumen.
Los hutíes del movimiento yemení Ansar Alá, contra los que lucha la coalición árabe con Arabia Saudí a la cabeza, afirmaron que fueron sus combatientes quienes atacaron con drones las empresas saudíes.
El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, dijo que no existen indicios de que los ataques se hayan lanzado desde Yemen y los imputó a Irán.
La coalición árabe también supone que Teherán está involucrado en esa operación, pero Irán refuta estas acusaciones.