"La única manera de lograr un futuro mejor es un diálogo entre vecinos, encaminado a normalizar las relaciones y allanar el camino para que Serbia y Kosovo ocupen el lugar que merecen en la comunidad euroatlántica", declaró el portavoz de la Casa Blanca, Judd Deere, en un comunicado.
Añadió que es "el único camino para lograr la independencia real".
"Kosovo y Serbia deben expresar su compromiso con un futuro pacífico y próspero para todos sus ciudadanos", dijo, y precisó que en ese caso "se requiere el rechazo a la retórica extremista y al revisionismo histórico".
En 1999, la confrontación armada entre los separatistas albaneses del Ejército de Liberación de Kosovo y el Ejército y la Policía serbia provocó los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia, integrada en aquel entonces por Serbia y Montenegro.
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En marzo de 2004 los albaneses kosovares protagonizaron unos disturbios, que terminaron con la expulsión masiva de los serbios de Kosovo y la destrucción de numerosos monumentos de su historia y cultura.
Bajo la presión de Bruselas, Belgrado se vio obligado a iniciar negociaciones con la mediación de la UE para normalizar las relaciones con Pristina.
Por el momento, la independencia de Kosovo ha sido reconocida por EEUU, Canadá y la mayoría de los miembros de la UE, pero no goza del reconocimiento de Rusia, China, España, Irán, Israel o Grecia, entre otros países.