Un grupo de científicos franceses estudió vinos tintos y rosados, cosechados entre 2009 y 2012.
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Tras llevar a cabo una espectrometría de rayos gama, los físicos detectaron una cantidad elevada de partículas radioactivas.
El jefe del grupo científico Michael Pravikoff tranquilizó a los aficionados al vino y explicó que de todas maneras la concentración de dichas partículas en la bebida es extremadamente baja y, por lo tanto, no representa ningún peligro. Es decir, la tasa de radiación era incluso menor del nivel natural del planeta.
Los representantes del Departamento de Salud Pública de California declararon que no habían conocido el estudio y también afirmaron que el reciente hallazgo no amenazaba la salud de la población, según informa The New York Times.
Anteriormente, la Organización Mundial de la Salud informó que tras el accidente nuclear de Fukushima, los alimentos, tanto en Japón como fuera del país, no eran peligrosos para los consumidores.
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Japón sobrevivió el 11 de marzo de 2011 a uno de los peores días en su historia. El país asiático se colocó al borde de una catástrofe nuclear cuando un potente terremoto de magnitud nueve sacudió la región de Tohoku.
Su fuerza fue tan tremenda que generó un potente tsunami en el océano que posteriormente azotó las costas nororientales del país. Las cosas empeoraron aún más cuando las olas dañaron la central nuclear de Fukushima, provocando fugas de material radioactivo.