Rusia y los países europeos "tienen posturas muy diferentes" sobre la legalidad de la actual pertenencia de la península de Crimea a Moscú, pero todos los lados de la contienda coinciden en que el puente es el punto y final del proceso de la reintegración del territorio con Rusia continental, opina un artículo editorial de Stern.
Mientras proveer a la península con electricidad y el agua independientemente de Kiev ha sido de alta importancia, es el puente el que tiene "un claro carácter de integración".
Inicialmente se preveía iniciar la circulación en 2019, pero el presidente ruso, Vladímir Putin, manifestó la esperanza de que el puente se abriera ya en mayo de 2018, justamente antes de la temporada turística.
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Para el presidente ruso, el puente peninsular "es un asunto de prestigio": Putin lo menciona frecuentemente en sus discursos y hasta llegó a inspeccionar las obras personalmente la víspera de las elecciones.
"Si en mayo se abre el puente, sería un plazo de construcción record. La crisis de Crimea se estalló en marzo de 2014. En menos de 4 años estaría elaborado el proyecto, planeadas las obras y construido el propio puente, junto con la infraestructura vial adyacente", enumera Stern.
Y si el presidente ruso abriera su puente el 9 de mayo, en el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi, la sociedad alemana podría empezar a contemplar el desastre total de sus propios proyectos, pese a los miles de millones de euros ya invertidos, concluye el medio.
Infografía de Sputnik: A Crimea en 10 minutos